2666, Seis

Sobre la materia de los sueños.



Bolaño nos regala una perspectiva interesante y poética sobre la realidad que, a mí por lo menos, me suena muy verdadera. En éstos últimos tiempos me he estado preguntando, justamente, sobre la reconciliación de la supuesta realidad tangible con aquella que vive solo dentro de nuestra mente, entre lo considerado objetivo y compartido y lo que es subjetivo e individual. He aquí el pasaje:

…Por el contrario, la vida de cualquiera de las estrellas que uno podía contemplar a un lado de la 80, mientras viajaba de Des Moines a Lincoln, solía durar millones de años o bien, en el momento de contemplarla, podía haber muerto hacía ya millones de años y el viajero que la contemplaba ni siquiera lo sospechaba. Podía tratarse de una estrella viva o podía tratarse de una estrella muerta. En ocasiones, según se lo mirara, dijo, ese asunto carecía de importancia, pues las estrellas que uno ve de noche viven en el reino de la apariencia. Son apariencia, de la misma manera en que son apariencia los sueños. De tal manera que el viajero de la 80 al que se le acaba de reventar un neumático no sabe si lo que contempla en la inmensa noche son estrellas o si, por el contrario, son sueños. De alguna forma, dijo ese viajero detenido también es parte de un sueño, un sueño que se desgaja de otro sueño así como una gota de agua se desgaja de una gota de agua mayor a la que llamamos ola…

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