Focus: Buenos Aires

bnw39.jpgUna de mis revistas de fotografía favoritas es la “B&W Magazine” que se publica en los EE.UU. La calidad de impresión como sus artículos sobre fotógrafos es superior. La revista es merecedora de una colección seria, cosa que hago desde hace años. Leyendo la edición Nro. 39, Octubre 2005, me encuentro con la muy grata sorpresa de que uno de los editores de la revista, Richard Pitnick, quien es ambos, un escritor y comentarista sobre fotografía y un excelente fotógrafo, viajó a Buenos Aires recientemente a entrevistarse con la crema y nata de los fotógrafos argentinos contemporáneos. El articulo contiene los trabajos de Eduargo Gil, Adriana LestidoFernando Gutiérrez, Daniel Muchiut, Gabriel Diaz, Helen Zout, Marcos Zimmermann y Cristina Fraire. Sin desmerecer los trabajos de estos fotógrafos, que es excelente y aportaron una cantidad de imágenes geniales al artículo, el artículo mismo de Pitnick es merecedor de una buena atención y por lo tanto me tomé la libertad de traducirlo y compartirlo.

El artículo está titulado como lo puse arriba y dice:

Con una identidad formada por la influencia de Europa Occidental, Buenos Aires refleja una cultura que no es completamente europea ni completamente latinoamericana. Este contraste, junto con las tragedias de la “Guerra Sucia”, ha creado una tradición fotográfica única. Richard Pitnick, quien visitó recientemente a algunos de los más destacados miembros de la comunidad fotográfica de la ciudad, nos manda éste reporte.

Vivir fuera del tiempo y la historia

Desde que fue fundada por los españoles en 1580 a orillas del Río de la Plata, ésta vasta metrópolis de 13 millones de habitantes se ha convertido en una de las capitales más cosmopolitas de América Latina, con una identidad única.

Donde la mayoría de las ciudades de América Latina pueden trazar su identidad nacional a una integración dinámica de los pueblos europeos e indígenas, Buenos Aires es una anomalía, derivando su carácter nacional casi enteramante de la cultura de Europa Occidental. Como resultado, la ciudad se encuentra a sí misma, suspendida tenuamente dentro de un molde cultural que no es completamente europeo ni completamente latinoamericano.

Es el esfuerzo de reconciliar esa dicotomía cultural que provee mucha de la fuerza inspiradora detrás del arte argentino. En los trabajos literarios de Jorge Luis Borges y Julio Cortazar, en la idolatría y veneración ideológica de Che Guevara y Eva Perón, y en el romance y la mitología duradera del gaucho y el tango, se encuentran los ecos de esa búsqueda elusiva de la fuente y significado esencial del carácter nacional de los argentinos.

“Argentina no tiene una cultura folclórica o indígena, y porque los argentinos son inmigrantes descendientes de muchos pueblos europeos distintos, todo lo que les ha quedado es una ‘angustia metafísica'”, explica el comerciante de fotografias Luz Castillo, directora y co-fundadora de Arte x Arte, la galería de fotos principal de Buenos Aires y la primera en América Latina dedicada exclusivamente a la fotografía.

“Porque los argentinos han sido sacados de sus raíces, ésta ‘angustia metafísica’ se ha convertido en característica definitiva del arte argentino en general y en su fotografía contemporánea en particular”.

Como sugiere Castillo, en ningún lugar se encuentra esa búsqueda de identidad y significado más intensamente enfocada que en las vidas y el arte de los fotógrafos argentinos contemporáneos, la mayoría de los cuales viven en Buenos Aires.

Argentina hace alarde de una larga familiaridad y apreciación por la fotografía y en el curso de dos siglos ha producido muchos fotógrafos destacados. Pero es sólo en las últimas dos décadas, debido a una confluencia única de eventos políticos y circumstancias sociales, que ha surgido una generación de fotógrafos argentinos con una voz y una visión auténtica.

La señal, evento catalizador en la creación de ésta nueva estética fotográfica argentina, fue el llamado Proceso de Reorganización Nacional, o “Guerra Sucia”, el reino indiscriminado de la represión política, la censura y el terrorismo de estado, entre 1976 y 1983, que resultó en la desaparición y muerte de más de 30.000 ciudadanos.

Más allá del horroroso costo humano y político de este período oscuro de la historia argentina, está el impacto cataclismico que eso produjo en el espiritu creativo del país. Este impacto fue especialmente sentido por los fotógrafos cuyo arte fue impulsado por una examinación de la realidad social.

“La fotografía sufrió por la falta de la libertad física necesaria para que los fotógrafos pudieran moverse”, recuerda la destacada fotógrafa retratista Sara Facio, la curadora más influyente de Buenos Aires y directora de Azotea Editorial Fotográfica, la cual fue establecida en 1973 como la primera editorial en América Latina que publicara exclusivamente libros de fotografía.

“Era imposible caminar por los pueblos con las bolsas de cámaras y sus accesorios. El sólo hecho de pararse a mirar a la gente en la calle

o examinar cosas a tu placer te hacía un sospechoso. Ahora los fotógrafos están buscando dentro de sí mismos y tratando con sujetos y circumstancias sociales sobre las cuales querer expresar su opinión. Dichos sujetos y circumstancias son escogidos concienzudamente por estos porque se sienten emocionados y envueltos por ellos y ellos son manejados de una forma personal, sin condiciones ni eufemismos hipócritas”

Aunque basados en las tradiciones realistas de la fotografía documental de América Latina, los fotógrafos argentinos cuentan más en la alegoría, el símbolo y la metáfora para articular su visión.

Como la primera generación de artistas que ha vivido por una época de represión política, y en algunas circumstancias experimentado de primera mano la pérdida de seres queridos o la amenaza del encarcelamiento o la muerte, su arte resuena con los traumas del pasado. Por esa experiencia del pasado, los fotógrafos argentinos han creado una estética única que está forjada a partir del nexo entre la memoria, la verdad y la identidad.

La mayoría de los fotógrafos argentinos trabajan con ensayos fotográficos tematicamente basados, examinando temas tales como la desilusión, el aislamiento, el abandono y el confinamiento. Todos estos temas encuentran expresión en las vidas de los pobres y desposeídos, los enfermos mentales, y las víctimas de la historia que luchan por la reconciliación humana, la redención y la renovación. Aunque basados en la realidad humana y la inmediatez del momento, estos temas, con su sombría urgencia, pasión y empatía, resuenan con referencias al pasado.

“El contexto político tiene mucho que ver con el tipo de trabajo que ésta generación de fotógrafos está creando y los asuntos y temas que fotografían”, explica la fotógrafa Cristina Fraire, recipiente de una donación de Guggenheim, quien ha dedicado mucho de su carrera a examinar los márgenes de la sociedad argentina.

De acuerdo a Fraire, ésta unidad de experiencias es la fundación de la nueva estética entre los fotógrafos argentinos.

“Esta generación es una parte de la generación que vivió bajo la dictadura y la democracia. No tenemos una gran tradición de fotografía en este país y la fotografía, como un arte, creció con ésta generación de fotógrafos.”

Los europeos rompen su aislamiento

Hasta la mitad del siglo XX, los fotógrafos argentinos aspiraron a poco más que a la creación de imágenes prosaicas de la vida pública. Mientras que muchos de los fotógrafos más destacados obtuvieron un  alto nivel de oficio y eficiencia, operaron sin ninguna base estética o una noción abierta de la fotografía como un medio de expresión artística. La mayoría de la fotografía del siglo XIX y el temprano siglo XX en Buenos Aires, derivó de la gran expansión económica y urbana del país, con numerosas agencias municipales y del gobierno federal comisionando fotógrafos para documentar edificios y proyectos de la ciudad. La fotografía argentina permaneció sin tocar por el movimiento modernista de las primeras décadas del siglo XX, con la pintura como la única expresión artística reconocida.

Entre las vistas fotográficas más antiguas que se conservan de Buenos Aires hay nueve daguerrotipos que datan entre 1850 y 1855, cuatro de las cuales fueron tomadas por el norteamericano Charles DeForest Fredricks, y el resto son de autores desconocidos. El pintor francés Edmond Lebeaud es quien fue acreditado con la creación de la impresión tipo albumen más antigua de la ciudad, en el año 1861.

Dos de los más destacados fotógrafos del siglo XIX, ambos de los cuales produjeron imágenes de la ciudad y vistas escénicas del campo argentino muy bien recibidas, fueron los italianos Benito Panunzi y el francés Esteban Gannet, quien también documentara la cultura gaucha y los pueblos indígenas de la Patagonia.

Ambos son reconocidos como los pioneros de la fotografía documental de Argentina y fueron los primeros en publicar álbumes fotográficos de sus trabajos, los cuales son muy codiciados. Gannet, otro pionero del uso de fotos albumen, fue el primer fotógrafo en tener sus imágenes reproducidas litográficamente como ilustración en un diario.

Otros fotógrafos importantes de este período fueron los daguerrotipistas John Bennet, John Elliot, Thomas G. Helsby y Juan Camana, el primero en trabajar con negativos en papel e impresiones positivas.

Entre los más destacados y reconocidos fotógrafos del temprano siglo XX estuvieron Fernando Paillet, un gran retratista, Manuel Gómez, uno de los mejores fotógrafos arquitectónicos de Buenos Aires, y los suizos Juan Pi y Gastón Bourquin.

El atractivo general de la fotografía, entre la clase media en expansión, fue alimentada por un orgullo nacional en la creciente afluencia económica de Argentina y la habilidad de la cámara de mostrar las pruebas tangibles de la prosperidad del país.

En 1899, los devotos fundaron la Sociedad Argentina de Fotógrafos Amateur. Dos revistas semanales, Caras y Caretas, fundada en 1898, y PBT, fundada en 1904, publicaron fotografías de la vida urbana regularmente y ayudaron a esparcir el interés y la apreciación por la nueva tecnología revolucionaria.

A pesar de la amplia atención e interés por la fotografía, no fue hasta los 1930’s y 1940’s, con la inmigración en masa de europeos huyendo del avance del nazismo y la guerra en Europa, que la fotografía argentina comenzó a desarrollarse con verdadera sensibilidad artística.

Para el fotógrafo Becquer Casaballe, escritor y editor de la revista Fotomundo y autor del primer libro sobre la historia de la fotografía en Argentina, la fotografía como una forma de arte en el país traza sus orígenes a los años 1930’s y el trabajo del fotógrafo alemán Grete Stern y el argentino Horacio Cóppola, ambos de los cuales fueron los primeros en exhibir fotografía en Buenos Aires como una forma de arte separada de la pintura.

“En mi opinión, Stern y Cóppola fueron los primeros artistas verdaderos”, dice Casaballe. “Stern era una judía alemana que estudió en el Bauhaus y donde conoció a Cóppola. Stern huyó a la Argentina con Cóppola para escapar al nazismo.”

De acuerdo con Casaballe, fue la influencia del Bauhaus y el expresionismo alemán traída por Stern y Cóppola que expusieron a los fotógrafos y al público en general a la estética modernista.

“Excepto en la fotografía, Buenos Aires nunca fue una ciudad provincial”, explica Casaballe. “Antes de los 1930’s, solo la pintura y la fotografía que lucia como pintura eran consideradas como arte. Fueron Stern y Cóppola quienes trajeron el modernismo a la Argentina.”

“Los 1930’s y 1940’s marcaron el comienzo de grandes cambios cuando una gran cantidad de inmigrantes europeos vinieron como resultado de la guerra”, acuerda Facio. “Antes de eso, la fotografía argentina era casi completamente documental. Fueron los fotógrafos y la vanguardia artística de Europa quienes trajeron al modernismo.”

En adición a Stern y Cóppola, entre los más importantes fotógrafos de mitad del siglo XX en Argentina estuvieron Humberto Rivas, Anne Marie Heinrich, notable por sus retratos de celebridades y desnudos, su experimentación con montajes e imágenes múltiples y técnicas de iluminación sofisticadas, y Anatole Sadermann, quien produjo una influyente serie de retratos de artistas.

La búsqueda de una identidad nacional



Hoy, los fotógrafos argentinos, están enfrascados en la exploración de todas las posibilidades creativas de la fotografía. Debajo de esa búsqueda de nuevos modos de expresión están las eternas cuestiones de lo “nativo” y lo “inmigrante” y como ellas pertenecen al significado de la cultura argentina.

Para la generación de jóvenes artistas emergentes de las muchas escuelas y seminarios de fotografía de Buenos Aires, su interés principal es el examen de la cultura argentina a través del prisma de los conceptos, temas y técnicas modernas.

Para la generación más vieja y aquellos dedicados a la tradición documental en Argentina, hay una continua introspección de sus amplios temas sociales así como también un renovado interés en la cultura nativa e indígena del país.

“Las cuestiones y problemas para los fotógrafos en Argentina son ambas únicas y universales”, dice el fotógrafo documental Eduardo Gil, uno de los profesores,  curadores y conferenciantes de fotografía más importantes de Buenos.

“En nuestro país, no hay una línea que se pueda trazar en el desarrollo de la fotografía, a diferencia de México y otros países de América Latina, donde los estilos son más definidos. Toda la gente en nuestro país con una conexión a las artes y la cultura miraron hacia afuera y las pocas culturas indígenas remanentes han quedado aisladas en las provincias. Estos dos hechos hacen quienes somos. Ahora hay un acercamiento más amplio a la fotografía y mucha más diversidad con los fotógrafos jóvenes mirando más hacia las tendencias exteriores que a las locales.”

“La fotografía argentina nunca se ha parecido a ninguna otra fotografía de América Latina”, reitera Facio.

“Todo llega 20 años más tarde a la Argentina. En América Latina siempre ha habido un interés en los temas de la pobreza y la cultura indígena. Solo ahora la Argentina está empezando a mirar a la visión nativa y a su gente cuando el resto de América Latina es más global. Parte de la nueva tradición de la fotografía documental es el resultado de países jóvenes como el nuestro tratando de encontrar su identidad.”

Surgimiento de la fotografía como arte



El reconocimiento de la fotografía como una forma de arte válida en la Argentina se puede rastrear a un evento singular. fue la memorable exhibición en 1985 en la galería de arte del Teatro San Martín la que anunció el arribo de la verdadera conciencia pública de la fotografía como arte. Hoy, la galería es mantenida como un espacio de exhibición de fotografía permanente.

“Este fue un momento importante para conquistar a la audiencia”, explica Facio, quier curara la exhibición de 100 fotografías de fotógrafos internacionales.. “Fue el primer paso en entrar a la audiencia en contacto con la fotografía como forma de arte, y en tratar de poner a los fotógrafos argentinos al nivel de la fotografía internacional.”

El siguiente paso más importante en el reconocimiento de la fotografía en la Argentina fue la creación por Facio de una colección fotográfica permanente en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, donde Facio todavía oficia como curador de fotografía.

Primeramente armada en 1995 y expuesta en 1998, la colección parte de la donación de 50 fotografías de la propia colección personal de Facio así como trabajos donados por otros coleccionistas privados e instituciones. Entre los 600 trabajos de la colección hay importantes imágenes de Ralph Gibson, Manuel Álvarez Bravo, Gisele Freund, André Kertész, Henri Cartier Breson, Arnold Newman, Alfred Stieglitz, Bill Brandt, Luis González Palma, y muchos otros fotógrafos europeos, norteamericanos, y artistas latinoamericanos. El museo presenta actualmente unas ocho exhibiciones fotográficas al año.

Siguiendo el ejemplo del Museo de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires está también armando una colección permanente, primeramente de trabajos por fotógrafos argentinos y latinoamericanos. Las imágenes de la colección fueron exhibidas en octubre pasado en una presentación muy importante.

“En los últimos cinco años, las galerías más importantes de Buenos Aires han estado haciendo un gran esfuerzo para presentar fotografía y tomar a la fotografía tan seriamente como a las otras formas de arte, tratándole con mucho más respeto, con grandes inauguraciones y la publicación de catálogos de la exhibiciones’, dice Facio. “También, porque hay una tendencia hacia el uso de la fotografía para apoyar al conceptualismo, el resultado es que las galerías están mostrando más fotografía.”

Durante la década pasada, los fotógrafos argentinos han hecho avances importantes en alcanzar a una amplia audiencia internacional y ganar reconocimiento para la fuerza, inmediatez  y las preocupaciones artísticas y, humanitarias únicas de su trabajo.

Fue la importante exhibición, Myths, Dreams and Realities: Contemporary Argentine Photography, curada por Anne Wilkes Tucker, la que anunció el arribo de la fotografía argentina en la escena mundial. La exhibición contó con 66 trabajos por 11 fotógrafos y fue estrenada en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 1996 y luego fue presentada en el Houston Center for Photography y en el International Center for Photography en New York.

Otras exhibiciones internacionales importantes en años recientes incluyen una exhibición de fotografía argentina en PhotoEspaña 2001 y Visiones de un Mito: 100 años de fotografía argentina, la cual fue presentada en Buenos Aires, Santiago de Chile, New York, Washington D.C., así como también en un número de otros lugares de Europa.

A pesar del creciente respeto por la fotografía en Buenos Aires, Adriana Lestido, una fotógrafa galardonada con el premio Guggenheim, siente que la apreciación en su ciudad por el medio como una forma de arte se queda atrás de otras ciudades de Europa y EE.UU.

“En los últimos 10 años, la fotografía ha ganado más reconocimiento en Buenos Aires, pero todavía no ha ganado el mismo nivel de respeto comparado con las otras artes como lo hace en los EE.UU. y Europa”, dice Lestido. “La gente está empezando a darse cuenta de lo importante que es la fotografía para el resto del mundo. No hay suficiente apoyo o promoción de la fotografía como un arte en Buenos Aires. Hay solo unos pocos curadores, comerciantes y coleccionistas que son sensibles a la fotografía. Unos pocos museos compran, pero la mayoría de los trabajos son donados. Hay unos pocos coleccionistas privados, pero ninguno que compre exclusivamente fotografías. Mientras que hay un pequeño grupo de fotógrafos con reputación quienes están logrando que pasen algunas cosas, generalmente las cosas aquí son difíciles para los fotógrafos.”

Debate sobre tendencias futuras



Entre los fotógrafos contemporáneos más respetados de Argentina está Marcos López, quien participó en la exhibición Mitos, Sueños y Realidades; Juan Travnik, quien sirve como director de la galería fotográfica en el Teatro San Martín; Andy Goldstein, quien opera una de las escuelas de fotografía más importante de la ciudad; Gabriel Valansi, quien también participo en Mitos, Sueños y Realidades; Diana Arbiser, Lutz Mattschke y Liliana Parra; Carlos Darío Albornoz, un daguerrotipista quien se ganó el premio Guggenheim en el 2004; y Martìn Weber, quien participó en Mitos, Sueños y Realidades y que fue recipiente del premio Guggenheim en 1998 y los premios Hasselblad en 1999 y 2001.

Mientras que la fotografía argentina continua agrandando el ámbito de los sujetos y la técnica, es incierto si una segunda generación de fotógrafos surgirá con su propia identidad artística nacional o si será completamente absorbida dentro de las tendencias creativas internacionales.. Para Becquer Casaballe, la respuesta a esa pregunta tomará tiempo formular y dependerá del grado en que los fotógrafos y la fotografía permanezcan fieles a si mismos. “La fotografía aquí es menos distinta que otras formas de arte–como nuestra literatura o el tango”, dice Casaballe. “Es más definida por sus temas que por su estética.”

“La fotografía argentina tiene ciclos”, añade. “Siempre has tenido un grupo de fotógrafos que copia lo que está pasando en New York o París, y otro grupo de fotógrafos que fueron más fieles a si mismos. Artísticamente, eso es lo que está pasando ahora. Parte del problema es que un montón de otros artistas en las artes plásticas están haciendo y usando fotografías y eso daña a la fotografía. Eso está pasando aquí porque está pasando en EE.UU. y Europa. Al final, solo el buen trabajo se va a destacar.”

6 thoughts on “Focus: Buenos Aires

  1. Muchas gracias por el laburo que te tomaste para acercar este articulo a una mayor cantidad de personas.
    Un abrazo y Feliz 2006!!!
    Eduardo Gil
    =====
    Hola Eduardo, es un honor que me visites. Es un orgullo tambi

  2. Gracias por la traducción. A mi me llegó un ejemplar de la revista pero mi inglés es bastante elemental y no me permitió comprenden en toda su dimensión el texto. Veo que su autor ha reflejado lo que le dijimos, o por lo menos lo que yo dije. Me llama la atención que en el numero que me enviaron hay unas fotos de mi autoría, que pareciera que no figuran en la edición que llegó a tus manos.
    Igualmente, excelente la traducción
    becquer casaballe
    [email protected]

  3. quisiera saber , en donde estan en uenos aires telefono ect . y si trabajan al publico desde ya muchisimas gracias. noemi

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